Federación Espírita Española

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Amalia Domingo Soler y su grandeza espiritual

Amalia Domingo Soler y su grandeza espiritual

Amalia Domingo Soler y su grandeza espiritualAmalia Domingo Soler fue una mujer dotada de inteligencia clara y sutil. A esa inteligencia se le unía una personalidad extraordinaria, de grandeza espiritual incomparable. Todo esto le da en el campo de la literatura espírita, un lugar insustituible. Se puede decir que, de cierta manera, entre la primera línea de grandes damas espíritas, como son en Brasil Analia Franco y en Inglaterra Emma Hardinge Britte – está justamente considerada la Primera Dama del Espiritismo – ninguna otra mujer puede superarla.

 La pluma presa entre los dedos débiles y Amalia, bajo la luz mortecina de su escasa vista pues, estaba casi ciega, tiene el valor de un símbolo, en las líneas que ella fue, dolorosamente trazando, no sólo viene despertando cerebros adormecidos a lo largo de los años sino, igualmente, define toda una época histórica del Espiritismo, época en que, en la conservadora España, la mujer ni siquiera se atrevía ni siquiera en pensar como salir de una letárgia de siglos, en el transcurso de los cuales, por fuerza, no tenía el derecho de ser más que una sembradora, un indefinible instrumento.

Huérfana y sola, Amalia arremetió contra los férreos bastiones y el único objetivo que para ella podemos emplear es el de «incomparable». Todo cuanto de bueno y bello se dice de ella, y se dirá, en el futuro quedará, pues lo tiene merecido, más las generaciones espíritas sabrán reconocer debidamente su porte moral, pues la historia de Amalia suaviza el corazón, consuela, despierta el ímpetu para la lucha, prepara las grandes causas.

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Huérfana y sola, Amalia arremetió contra los férreos bastiones y el único objetivo que para ella podemos emplear es el de «incomparable». Todo cuanto de bueno y bello se dice de ella, y se dirá, en el futuro quedará, pues lo tiene merecido, más las generaciones espíritas sabrán reconocer debidamente su porte moral, pues la historia de Amalia suaviza el corazón, consuela, despierta el ímpetu para la lucha, prepara las grandes causas.

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Sus «Memorias» no consiguen mostrar la grandiosidad de la figura escuálida y sufridora, comportando, todavía, un fenómeno de gigantismo espiritual. Amalia nació el día 10 noviembre 1835. A los 10 años ya escribía poesías. Muy jovencita perdió el único ser familiar que le restaba: su propia madre. Para mantenerse pasa días y noches cosiendo para una parroquia rica y fútil, que apreciaba su gusto, más se negaban a pagarlo debidamente. Es cuando remite un poema al periódico «El Criterio» y recibe del gran espírita español, el Vizconde Torres Solanot, un ejemplar de su obra «Preliminares del Espiritismo».

El cortejo que condujo los despojos de Amalia al entonces denominado «Cementerio Libre» de Barcelona. Allí se encuentra sepultado, entre otros espíritas insignes de la época, José Fernández Colavida, considerad o el Kardec español.

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Su primer artículo espírita fue publicado en la primera página del nº 9 de «El Criterio», del año 1872, y se titulaba: «La Fe Espírita», pero fue el 4 abril 1874 que pasó a formar parte de los grandes propagandistas espíritas, publicando un famoso poema «En memoria de Allan Kardec«. Amalia no disponía de recursos para la compra de libros y fue el gran Fernández Colavida que le remitió la colección completa de la obra de Kardec.
De ahí en adelante, completamente indiferente al precio que debía pagar por la defensa de una idea nueva y que debería lanzar por tierra las murallas del oscurantismo, mantuvo vivo el interés de toda una gama de lectores, con sus artículos llenos de belleza y humildad. Ella misma, en 1879 fundó un periódico, «La Luz del Porvenir», y su artículo de fondo, titulado «La Idea de Dios» causó tal revuelo que la revista fue condenada, por maniobra de intereses religiosos dominantes, a 42 semanas de suspensión. Pero el 4 de julio del mismo año hizo surgir en sustitución temporaria y con el auxilio de su amigo J. Torrents, «El Eco de la Verdad», del cual fueron publicados 26 números. Mientras tanto «La Luz del Porvenir» volvería a circular el 11 diciembre del mismo año.
Amalia tuvo la audacia de combatir y polemizar con los propios representantes de la Iglesia organizada. En marzo de 1884 El Padre Sallars pronunció en la catedral de Barcelona una serie de sermones versando sobre el «falso sobrenaturalismo de la secta de los espíritas».
Amalia rebatió su argumentación en 10 artículos magistrales. Pero en febrero de 1885 el padre Fita volvió a la carga y Amalia le replicó magistralmente en las páginas de «El Diluvio», en nueve lúcidos y  nobles artículos.
En diciembre de 1888, Amalia perdía un buen y fiel amigo, el gran José Fernández Colavida, director de la «Revista de Estudios Psicológicos». En España, por esa época, las mujeres no acompañaban los féretros al cementerio.  Amalia quebró el tabú y pronunció junto a la tumba del viejo amigo, un brillante discurso en inspirados versos. Todo esto la tornaba amada por unos y detestada por otros, haciendo de ella una de las mujeres más comentadas de toda Barcelona, no obstante su pobreza y simplicidad.

clip_image010«La Luz del Porvenir» era enviada a los lugares más distantes y dirigida a los encarcelados, hospitalizados e infelices de toda suerte.  Los mensajes de Amalia tenían y tienen la virtud de llevar la esperanza a los corazones doloridos y desconsolados.
Sus obras tuvieran aceptación plena y «Las Memorias del Padre Germán» son hoy consideradas un clásico en la bibliografía espírita; todavía, entre ellas, sobresalen «El Espiritismo refutando los errores del Catolicismo,» publicado en 1890 y hoy raro. En esas polémicas páginas Amalia, con seguridad impar y serenidad admirable, contesta a las acusaciones del obisp

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o D. Vicente de Manterola, que acabara de publicar «El Satanismo, o sea, Cátedra de Satanás combatida desde la Cátedra del Espíritu Santo – Refutación de los errores de la Escuela Espiritista».
Había en la época muchas voces varoniles capaces de hacer frente a tales acusaciones, entre tanto, a pesar de los innumerables hombres ilustres que defendían la Causa, entre ellos el gran Miguel Vives, habría de ser una mujer la que, con valentía y ardor, rebatiese todas las acusaciones insensatas a través de la propia prensa.
Esta obra de Amalia, ese gesto de una mujer de apariencia débil, casi ciega, paupérrima, dotada de extraordinaria humildad, nos dice que no es preciso un gigante para mantener de pie un edificio, sino, simplemente, una inquebrantable voluntad.
La vida de Amalia fue toda ella sembrada de espinas y escollos. Desencarnó tuberculosa, después de haber adquirido una bronconeumonía, a la 1:30 de la madrugada del día de 29 abril 1909. Con 73 años. Conforme a su deseo fue depositada con vestido blanco en una caja muy simple. Amalia fue enterrada el día 1 mayo, a las 10 horas de la mañana. Aunque ella hubiese tomado la iniciativa de levantar el mausoleo de Fernández Colavida, considerado el Kardec español, su tumba permaneció en el olvido y sólo ahora conseguimos las fotos que ilustran estas notas obtenidas a través de Dª Concepción de Ballester, cuya madre, Amparo, fue médium y amiga íntima de D. Amalia.

 

 

 

 

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Wallace L. V. Rodrigues

Anuario Espírita 1969

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