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211 años del nacimiento de Allan Kardec

211 años del nacimiento de Allan KardecHoy 3 de octubre de 2015 hace 211 años del nacimiento de Allan Kardec.

La encarnación de un alma acompañada por la tiara espiritual.

Tuve ocasión de conocer en las sesiones de Mr. Roustan a Mme. De Cardone. En una de ellas me dijo, creo que M. Carlotti, que dicha señora poseía un talento excepcional para leer en la mano.
Nunca he creído en la significación de las líneas de la mano, pero entonces pensé que podía muy bien ser, para ciertas personas dotadas de doble vista, un medio de ponerse en relación que le permitiera, como a los sonámbulos, decir algunas veces la verdad. Las líneas de la mano no son más que un pretexto, un medio de fijar la atención, de desenvolver la lucidez, como lo son los naipes, los posos del café, los espejos llamados mágicos, etc., para los individuos que gozan de esta facultad.
La experiencia me ha confirmado más de una vez en esta opinión. Sea lo que fuere, esta señora me invitó a que la visitara y accedí a su invitación.

allankardec3-10-2015

He aquí un resumen de lo que me dijo:

“Nacisteis en una grande abundancia de bienes de fortuna y de medios int electuales… fuerza extraordinaria de juicio… vuestro gusto está formado: gobernar por la cabeza. Moderáis la inspiración por el juicio; subordináis el instinto, la pasión y la intuición, al método, a la teoría. Tenéis inclinación por las ciencias morales… Amor a la verdad absoluta… amor al arte definido.” “Vuestro estilo es cadencioso, claro, preciso; pero cambiaríais alguna vez un poco de precisión por otro poco de poesía.” “Como filósofo idealista, estuvisteis sujeto a opiniones extrañas; como filósofo creyente, experimentáis la necesidad de forma secta.” “Disposición juiciosa; necesidad imperiosa de aminorar los sufrimientos de socorrer, de consolar; necesidad de independencia.” “Os corregís dulcemente de la prontitud y violencia de vuestro humor.” “Sois a propósito para la misión que os está confiada, porque valéis más para servir de centro a desenvolvimientos inmensos que para llevar a cabo trabajos aislados… vuestros ojos tienen la mirada del pensamiento.” “Veo aquí el signo de la tiara espiritual… es muy pronunciado… mirad”. (Miré, pero no vi nada de particular.) -¿Que entendéis, le dije, por tiara espiritual? ¿Queréis decir que seré papa? Si esto queréis decir, no será ciertamente en la presente existencia.
Respuesta. “Fijaos en que he dicho tiara espiritual, lo que quiere decir autoridad moral y religiosa y no soberanía efectiva”.
He trascripto pura y simplemente las palabras que esta señora me ha referido.
No me pertenece juzgarlas ni definir si son no exactas en todos sus puntos.
Reconozco algunos por verdaderos, porque reflejan bien mi carácter y las disposiciones de mi espíritu; pero hay un pasaje evidentemente erróneo, el que se refiere a mi estilo, donde dice que cambiaría alguna vez un poco de mi precisión por otro poco de poesía. No tengo ningún instinto poético. Lo que busco sobre todo, lo que estimo y lo que me place en otros, es la claridad, la fidelidad y la precisión, y lejos de sacrificar estas cualidades a la poesía, se me podrá reprochar que sacrifique el sentimiento poético a la sequedad de la forma positiva. Prefiero al que habla a la inteligencia sobre el que se dirige a la imaginación.
Cuanto a la tiara espiritual, EI Libro de los Espíritus acababa de aparecer: la doctrina estaba en sus comienzos y no podía prejuzgarse de sus resultados ulteriores. Di escasa importancia a esta revelación, y ni siquiera tomé nota de ella a titulo de reseña.
Esta señora salió de París al año siguiente y no volví a verla hasta ocho años más tarde, en 1866. Durante este intervalo, las cosas habían hecho una parte de su camino. Ella me dijo: -¿Recordáis mi predicción de la tiara espiritual? Vedla realizada. -¿Cómo realizada? Yo no estoy, que sepa, colocado en el trono del Santo Padre. -No, es verdad; pero tampoco es esto lo que yo os anuncié. ¿Acaso no sois, de hecho, el jefe de la: doctrina, reconocido por los espiritistas del mundo entero? ¿No son vuestros escritos los que forman ley? ¿Vuestros adeptos, no se cuentan por millones? ¿Existe algún otro con más autoridad que la vuestra en hechos espiritistas? ¿Los títulos de gran sacerdote, de pontífice, de papa mismo, no se os han dado espontáneamente? Ya se que estos títulos os han sido dados por vuestros adversarios y por ironía, pero no por ello dejan de ser indicio del género de influencia que os reconocen. Ellos presentan vuestra misión con tales títulos con el objeto de que ellos os la resten.
En suma, habéis conquistado sin grande esfuerzo una posición moral que ningún otro puede sobrepujarla; y aunque algunos trabajos se hagan después de los vuestros o con vuestro concurso, no seréis menos reconocido como el fundador de la doctrina. Desde este momento, pues, poséis en realidad la tiara espiritual, es decir, la supremacía moral. Ved, por lo tanto, si estuve en lo cierto.
-¿Creéis al presente algo más en los signos de la mano? -Menos que nunca. Estoy bien convencido de que si visteis alguna cosa, no fue en la mano, sino en vuestro propio espíritu. Os lo voy a probar.
Admito en la mano, como en el pie, en el brazo y en toda otra parte del cuerpo, ciertos signos fisiognómicos, pero cada órgano representa aquellos signos especiales según el uso a que está afectado y sus relaciones con el pensamiento.
Los signos de la mano no pueden ser los mismos que los de los pies, de los brazos, de la boca, de los ojos, etc.
Cuanto a los pliegues interiores de la mano, su más o menos acentuación es debida a la mayor o menor abundancia de fibras celulares; y como estas partes no tienen ninguna relación fisiológica con los órganos de las facultades intelectuales y morales, no pueden ser en manera alguna su expresión. Aun admitiendo esta correlación, podrían ser inicio del estado presente del individuo, mas no presagios de las cosas futuras ni de acontecimientos pasados independientes de su voluntad.
En la primera hipótesis, comprendo que a todo rigor, con la ayuda de tales líneas, se pueda venir en conocimiento de que una persona posee tal o cual aptitud, tal o cual inclinación; pero el más vulgar buen sentido rehúsa la, idea de que uno pueda ver en ellas si se ha estado casado o no, cuantas veces, cuántos hijos se ha tenido, Si se es viudo y otras cosas semejantes, como pretenden la mayor parte de los quirománticos.
Lo que los pliegues de la mano figuran muy bien y esto es conocido de todo el mundo, es una M; si está muy marcada se dice que presagia una vida malheureuse (infeliz), pero la palabra malheur es francesa, y se olvida que la equivalente no empieza con m en todas las lenguas. Si el significado que se pretende fuera cierto, debiera afectar una forma diferente en cada país, según su respectiva lengua.
Cuanto a la tiara espiritual, es evidentemente una cosa especial, excepcional y de cualquier suerte individual, y estoy convencido de que no habéis hallado esta palabra en vocabulario alguno quiromántico.
¿Cómo, pues, os ha acudido al pensamiento? Por la intuición, por la inspiración, por esa especie de presciencia inherente a la doble vista que buen número de personas poseen, sin poderlo dudar. Vuestra atención estuvo reconcentrada sobre las líneas de mi mano. y aplicasteis la idea a un signo en el cual otra persona hubiera visto otra cosa muy diferente, y aun vos misma le atribuyerais distinta significación en otro individuo.

(6 de mayo de 1857, Casa de Madame de Cardon. “Obras Póstumas”)

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