El Maestro de Lyon
Érase una vez un maestro de Lyón, llamado Hyppolito León Denizard Rivail. Una mente lucida y dedicada al trabajo de la reforma dentro de la enseñanza.
Nació el 3 de Octubre de 1804, a las 7 de la tarde. Hijo de Juan Bautista Antonio Rivail y de Juana Duhamel El había estudiado con Pestalozzi, en Suiza, de donde extrajo conocimientos y experiencia dentro del campo de la pedagogía. El Sr. Rivail, era estudioso y de carácter simpático y reservado. Había creado numerosos tratados de Aritmética, Física, Pedagogía etc. Era respetado y conocido por muchos. Siendo un muchacho joven aún, se traslado a Paris, donde dentro del mundo de las letras, conoció a Amelia Gabriela Boudet, nueve años mayor que Rivail. Se casarón el día 6 de febrero de 1832. Siendo él, Jefe del Instituto Técnico de Paris. El socio del Sr. Rivail sentía pasión por el juego y causó la ruina de éste, por lo que se vio obligado a pedir la liquidación del Instituto y repartir con su socio la cantidad obtenida. Mas él no se acobardó y buscó trabajo.
Atendió a tres contabilidades y, quitándole horas al reposo, escribió volúmenes de pedagogía, hizo traducciones del inglés y del alemán, además de preparar todos los cursos del arrabal San Germán. Y por si esto fuera poco, organizó cursos gratuitos de química, física, anatomía, astronomía etc., en su propia casa. Así, a grandes rasgos, comenzamos a conocer a este ilustre maestro y muy respetable ser humano. Desde los diecinueve años, sintió la llamada de las cosas transcendentales, y se dedico a estudiar el magnetismo, aunque lo hizo con la prudencia que le caracterizaba, sin entregarse a misticismos o fantasías.
Es de ese modo, que en 1854, y en dos ocasiones, él se encontró con su amigo Fortier, quien le habló de las mesas que se movían (llamadas mesas giratorias). Mesas que, no sólo se movían, sino que hablaban. Un hecho a examinar, que el profesor no aceptó todavía para observar, hasta que un año después, otro amigo suyo, el Sr. Carlotti, de temperamento ardiente y enérgico, le habló de la intervención de los Espíritus en los fenómenos de las mesas que se movían. Rivail desconfiaba de las maravillas contadas por su amigo, y dijo ya veremos eso más tarde, y efectivamente, poco tiempo después él, vería eso. Fue un año después, en mayo de 1855, con el Sr. Fortier, en la casa de Mme. Plainemaison, donde también se hallaba el Sr. Patier, que Rivail asistió, por primera vez a los fenómenos de las mesas que giraban, saltaban y corrían, que no podían dejar duda en cuanto que el fenómeno existía. Dijo él: Yo veía, en aquellos aparentes pasatiempos y futilidades, algo serio, siendo como la revelación de una nueva ley, que tomé la decisión de estudiar en serio… Surgía una nueva era; había reaccionado a la llamada de los Espíritus, que intuitivamente, le decían que había llegado la hora, y él, como siempre, no puso obstáculos a esa tarea. A partir de ahí, conoce a la familia Baudin y a dos médiums (personas que sirven de intermediario entre el mundo de los Espíritus y el de los hombres) que pertenecían a esa familia. Fue ahí, en la casa de ellos, donde empieza su andadura. A partir de 1855, recibe enseñanza de comunicaciones continuas. Respuestas a preguntas, a veces, mentales, que demostraban, de modo claro, la intervención de una inteligencia extraña. Es en esas reuniones, que comienza el tiempo de las REVELACIONES: conoce al que será su Espíritu protector, Céfiro, su madre lo visita en sueños y su Guía espiritual se autodenomina la Verdad (todavía está lejos él de saber de la superioridad de ese Guía), que le demuestra el interés por los trabajos de él, dándole consejos y revisando dicho trabajo. Estas son palabras del mismo Rivail: «… Comprendí, antes de todo, la gravedad de la exploración que iba a emprender; percibí, en aquellos fenómenos, la llave del problema tan oscuro y tan controvertido del pasado y del futuro de la Humanidad, la solución que yo busqué toda mi vida. Era, por tanto, toda una revelación en las ideas y en las creencias; se hacia menester, andar con la mayor cautela y no de una forma ligera; ser positivista y no idealista…» Es el mismo Espíritu de Verdad que le da a conocer la importante tarea a desempeñar, a lo que él contesta:
Espíritu Verdad, agradezco tus sabios consejos (se refiere a la sugerencia de no publicar todavía la enseñanza recibida). Acepto todo, sin restricciones y sin ideas preconcebida. «¡Señor! ¡Pues que te dignaste lanzar los ojos sobre mi para cumplimiento de tus designios, hágase tu voluntad! Está en tus manos mi vida; dispón de tu siervo. Reconozco mi flaqueza delante de tan gran tarea; mi buena voluntad no desfallecerá, las fuerzas, sin embargo, tal vez me traicionen. Suple mi deficiencia; dame las fuerzas físicas y morales que me fueran necesarias. Ampárame en los momentos difíciles y, con tu auxilio y el de tus celestes mensajeros, todo emplearé para corresponder a tus designios.» El 17 de Enero de 1857, por intermedio de la Srta. Baudin, él se entera de que, en una vida anterior, había sido llamado Allan Kardec, y que había sido sacerdote druída.
II Parte No hay duda del valor de éste maestro, que a partir de 1855, modificó su vida, y con ello, la de su esposa. Fiel compañera en los momentos difíciles, en donde él siempre encontró reposo y tranquilidad, comprensión y fuerza para seguir adelante en la tarea. Es en 1857, el 18 de Abril, que se edita El Libro de los Espíritus, magnifica obra, donde Allan Kardec (pseudónimo que adoptó para no servirse de su verdadero nombre tan relevante en aquel tiempo), demuestra el esfuerzo de recopilar datos, a través de las numerosas comunicaciones dada por los Espíritus, estudiar y analizar esos datos y por último codificar toda aquella enseñanza. A partir de ese momento su trabajo se hace incansable. No hay tiempo que perder, porque llega el tiempo de dar a conocer a los seres humanos, una nueva REVELACIÓN: La Enseñanza de los Espíritus Superiores. La enseñanza de los hombres y mujeres que habían dejado el cuerpo en la Tierra, y siendo, como eran entidades de luz y sabiduría, podían dar a todos un conocimiento que nos ayudara a comprender 1º, las Leyes de Dios, el 2ºMandamiento más importante para los hombres de todos los tiempos: AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO,
y 3º Asimilar el conocimiento que nos hace seres más libre y más evolucionados. Al Libro de los Espíritus, le sigue El Libro de los Médiums, editado en Enero de 1861, verdadero tratado de Espiritismo experimental. Estudio metodizado de los fenómenos sobrenaturales, y que lejos de ser desmentidos por él, se afirma en su contenido. Un tercer libro, es El Evangelio Según el Espiritismo (editado en Abril de 1864), donde Allan Kardec dice: «los fenómenos, lejos de ser la parte esencial del Espiritismo, no son más que accesorios; un medio proporcionado por Dios para vencer la incredulidad.» En él se habla de las tres Revelaciones: Mosaica,
Cristiana y Espírita. Le sigue El Cielo y el Infierno (1º de Agosto de 1865), donde se nos demuestra, como por la Justicia Divina, no puede existir el Infierno, ni las penas eternas; así, como tampoco, la gloria eterna, sin merecimiento. Y para terminar las series primera de 5 libros (Pentateuco): El Génesis (Enero de 1868).
Obra magistral, donde se analiza el principio orgánico y espiritual. Pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, los distintos períodos de nuestro planeta etc. Pero lo más maravilloso de todo, es que, este Apóstol de la Verdad y el Conocimiento, ayudado siempre por Espíritus de Luz, se entregó al Bien y a la Caridad, incluso arriesgando su propia salud, porque entendió que, cuando Dios nos llama, para cumplir cualquier misión, por pequeña que sea, debemos responder con decisión y sumisión a la llamada, como lo hizo él. Dándolo todo, SIN CONDICIONES. Un día, él se liberto de las amarras de la carne, con la conciencia en paz, sabiendo que había cumplido con el compromiso, asumido antes de renacer. Ese día, el 31 de Marzo, de 1869, a la 10’45 horas, y a causa de un neurisma, el Maestro abandono serenamente la Tierra. Debemos reconocer, cuanto bien recibimos de la Doctrina de los Espíritus, que también nos explica de dónde venimos, quienes somos y a dónde vamos. Nos dice que somos Espíritus creados sencillos e ignorantes, caminando hacia la perfección. Que si nos equivocamos en una existencia, podemos volver a tener otro cuerpo de carne, para reparar la equivocación del pasado, que hay muchos mundos habitados por Espíritus o seres humanos más o menos evolucionados que nosotros. También que la comunicación con los Espíritus, no es mala, siempre que sepamos elegir con quien nos comunicamos, y que maravilloso es poder hablar con nuestros seres queridos, que se fueron antes que nosotros. Nos enseña que fuera de la Caridad no Salvación, recordando las palabras de Jesús, nuestro mejor modelo a imitar. Cuantas cosas nos dice la Codificación, enseñanza de los Espíritus, recopila y materializada en libros por Allan Kardec, este Espíritu de Luz, encarnado en un hombre bondadoso, sacrificado, que renunció a sí mismo, en bien del Conocimiento que libertaria a los hombres de buena voluntad. No olvidemos ese gigantesco trabajo que él hizo el siglo pasado, y para demostrarle nuestra gratitud, vamos a trabajar, desde la niñez, por ser buenos Espíritas, buenos hermanos de todos y seres generosos que entienden el llamado de Dios a seguir en el camino del bien, para construir nuestro futuro de paz y de progreso. Recordemos lo que dice el Espíritu de Verdad: Espíritas amaos e instruiros, y si así lo hacemos, aprenderemos a amar a nuestros semejantes como a nosotros mismo, agradeciendo al Maestro de Lyón, que estas palabras nos resulten fácil de entender y de aplicar. Y con esto terminamos este cuento que, lejos de ser una fábula, es una Maravillosa Realidad, que a todos, cuando así la aceptamos, nos hace tan feliz, y que está al alcance de todos. Esta humilde obra está dedicada a un Espíritu que trabajó incesantemente en la divulgación de la Doctrina Espírita, en tiempos difíciles, dando lo mejor de sí mismo, por lo que se le llama el Kardec español: