
Mientras tanto Pestalozzi había comenzado una nueva obra: Cristóbal y Elsa, en la que revela la fidelidad a sus principios: no había más educación verdadera que la familiar, mediante el ejemplo y el trabajo en común, que ocupase, a la vez, la mente, el corazón y los dedos. Esta obra tenía un carácter excesivamente didáctico pero no fue apreciada ni obtuvo los beneficios que de ella esperaba, pues su publicación se redujo a cero. Pensó entonces en editar un periódico que le permitiera obtener ingresos regulares y se lanzó solo a la empresa. En aquel periódico semanal Pestalozzi proponía cuentos y ensayos, hablaba de moral, de política, de derecho, de educación, explicaba cómo estaba educando a su hijo que entonces tenía 12 años de edad.
Por falta de dinero, después de un año, suspendió la publicación y en 1783 aparecieron dos nuevos escritos y luego un tercer volumen de Leonardo y Gertrudis, con un tono distinto, obra en la que propone reformar la escuela y la Iglesia. Y en el cuarto y último tomo propone una nueva legislación capaz de transformar profundamente la sociedad, establecer entre los hombres nuevas relaciones de justicia y amor y dar a todos la dicha y la paz. Pestalozzi defendió a los oprimidos, apoyando con sus escritos la causa del pueblo.
Dada una serie de dificultades y descalificaciones de los franceses, no pudo introducir su método en Francia, por lo que decidió dejarlo para más tarde. No obstante, aparecieron los libros esperados: el Manual de las madres y el ABC de la intuición, o enseñanza intuitiva de las relaciones de medida, y la Enseñanza intuitiva de las relaciones numéricas. En fin, partidarios y adversarios del método se enfrentaban apasionadamente, Pestalozzi era célebre, adulado por algunos y aborrecido por otros, lo cual preocupaba considerablemente a quienes estaban en el poder. Privaba una gran incertidumbre en torno a él y su establecimiento. Una política prudente recomendaría no oponerse a la continuación del establecimiento con algunas modificaciones.
Instalado en el castillo de Yverdon (nuevo lugar de su residencia) permaneció 20 años, marcados por satisfacciones y tormentos, algunos éxitos e innumerables fracasos. Nada había cambiado, en todo lo que emprendía la suerte estaba en su contra, el instituto de Yverdon fue, a la vez, el remate de su obra y la consagración de su ruina. Llegó un momento en que el instituto estaba en auge, todo parecía ir viento en popa. Sólo que la publicación de la revista y el informe sobre el estado y la organización del establecimiento, produjeron rivalidades e hicieron surgir enemistades, es decir, el ambiente se fue degradando; a la falta de coordinación pedagógica, se añadían las disputas personales. Pestalozzi trató de poner remedio a tal situación: declaró desalentado, ante su ataúd, que no se sentía feliz ante las lagunas de su obra, se acusó de tal drama y atribuyó toda la responsabilidad a sus errores y debilidad, finalmente pidió perdón. Esta conmovedora exhortación tuvo consecuencias felices, la tormenta había pasado.
En octubre de 1808 se llevó a cabo la primera reunión de la Sociedad Suiza de Amigos de la Educación, presidida por Pestalozzi y consagrada expresamente a la difusión de su doctrina… varios testimonios nos permiten representarnos la vida en Yverdon y apreciar su pedagogía. En Yverdon, la mayoría de los niños y sus maestros se sentían felices. No obstante, este instituto no podría ser el modelo de una escuela elemental para el campo o las ciudades, ni ofrecer los desarrollos necesarios para una instrucción secundaria. Un duro golpe que recibió Pestalozzi, fue la renuncia de algunos maestros al instituto, en desacuerdo creciente con él en lo tocante a la organización de Yverdon y a las concepciones doctrinales prevalecientes…entre conflictos y crisis Pestalozzi continuaba su obra, fiel a su vocación de educador. Su pensamiento ya se empezaba a poner en práctica en otros países.
No obstante, la polémica se prolongó dos años marcada por publicaciones defensivas, de tal manera que esta lucha absorbía sus fuerzas y su tiempo. La situación no tardó en cobrar características dramáticas, era necesario enderezar las cosas, primero en lo económico.. Los años de.1814 y 1815 marcaron el fin de una época. Yverdon, en los diez años siguientes, habría de ser el doloroso escenario de rupturas y conflictos que nada pudo calmar. El instituto ingresó en una lenta y brutal agonía de la que nunca se levantó. Todos estos sucesos fueron alterando la salud de Pestalozzi, cada vez más vacilante.
Con la edad se fue acentuando la rareza de su comportamiento: pasaba repentinamente de la desesperación al entusiasmo, de la morosidad pasiva a la agitación febril. Por momentos, parecía como si no dispusiese ya de todas sus facultades y su razón se extraviara a ratos.
En 1818 se anunció la apertura de una escuela para pobres, que fue inaugurada solemnemente en septiembre del mismo año. Se trataba de 12 niños elegidos por Pestalozzi, para cursar 5 años de estudios, al cabo de los cuales se convertirían en educadores del pueblo. Con este acto, prueba de su generosidad y de la constancia de su ideal, quiso responder a quienes decían que era sombra grotesca de lo que había sido. Pestalozzi mantenía una fluida correspondencia con varios filántropos ingleses que se interesaban por su obra; para ellos y con el objeto de que lo difundieran ampliamente, redactó un Llamado al público inglés. Y para Greaves, -amigo suyo- dictó treinta y cuatro cartas que se publicaron en inglés con el título de Cartas sobre la educación primera dirigidas a J. P. Greaves por Pestalozzi, traducidas del manuscrito alemán, con una memoria sobre la vida y el carácter de Pestalozzi. Luego de algunos arreglos al instituto, dado el número de alumnos, la municipalidad vio con malos ojos la fusión -en un mismo edificio- de ricos y pobres, niños y niñas y de inmediato dio a conocer su desaprobación. Pestalozzi, muy satisfecho de esta experiencia, publicó Unas palabras sobre el estado actual de mis trabajos pedagógicos y sobre la nueva organización de mi establecimiento; reforzado por el éxito de su proyecto, su optimismo natural lo conducía a seguir adelante.
No faltaron los tropiezos originados por la envidia de otros educadores influyentes pero burgueses que a toda costa trataron de impedir la prosperidad plena de su obra, avanzaron hacia un intercambio de injurias y de calumnias hasta que el conflicto, entre los dos bandos, se agravó de tal manera que, para poner fin a esta disputa, el gobierno nombró a un mediador. Como siempre Pestalozzi buscó la reconciliación desde sus convicciones de amor y caridad evangélica, solo que el prolongado y doloroso combate no terminó sino con la firma del acuerdo mediante el cual, deciden (los implicados) poner fin a sus diferencias, de una manera amable y acorde a la dignidad y situación civil y social que guardaban. Sin embargo, el peor golpe le vino de sus alumnos-maestros que al cabo de sus cinco años, por unanimidad decidieron rechazar el trabajo; aspiraban a una remuneración distinta a la que se les ofrecía y se fueron; a esta desdicha se añadió el hecho de que los recursos de la fundación se habían agotado. Así sin maestros ni dinero, Pestalozzi renunció.
Se encontraba envejecido (79 años), fatigado, enfermo y con mínimos recursos económicos, pero nada de eso lo paralizaba, su fe en la educación popular continuaba. Aún en esta situación, entusiasmado vislumbraba una renovación. Se fue a Neuhof, a las fuentes, esto representaba para él un refugio y una oportunidad para empezar de nuevo. Así para conseguir recursos económicos, a fin de abrir el nuevo establecimiento y garantizar su mantenimiento, empezó a establecer contactos y continuó la redacción de un compendio de su método, escribió su autobiografía y preparó su discurso presidencial sobre «la patria y la educación», pues lo habían elegido como presidente de la Sociedad helvética, de la que era miembro. Los días fueron transcurriendo plenos y tranquilos pero los acontecimientos no tardarían en precipitarse, unos afortunados, otros de caríz dramático como se suscitó con Mi fortuna, obra polémica y vengativa, otros días un tanto sorprendentes.
Ahora el viejo luchador estaba ya fatigado, tenía 81 años y desde hacía medio siglo proseguía su pelea, sin cuartel. Seguía escribiendo pero cada vez menos y con mayor dificultad. No había perdido su lucidez, pero estaba cansado; seguía vivaz, pero agobiado. Continuaba siendo una gran figura, objeto de controversia lo cual agravó su estado de salud, pero aún en este estado prosiguió la defensa de los pobres, los oprimidos, los menospreciados y rechazados. Muerto Pestalozzi, terminó toda disputa. Nederer, conciudadano y colaborador suyo, reunió en 1828, diversos escritos inéditos de Pestalozzi en un libro que contiene también varios artículos sobre su vida y su obra.
A fuerza de fundar establecimientos y de hacer publicaciones controvertidas, Pestalozzi, a sus 60 años se había convertido plenamente en figura pública. Su fama de pedagogo había franqueado las fronteras: su preocupación por instruir a los pobres, las innovaciones didácticas, los debates y conflictos que envolvieron su nombre, todo se concertaba para darle a su obra un radio de acción notable, y a su «método», un auditorio cada vez mayor.
Trasplantada a otros tiempos y lugares distintos de los que la vieron nacer y desarrollarse, la pedagogía de Pestalozzi corrió con suertes diversas. Países pioneros en la experimentación de su método fueron Dinamarca, Suecia y España, donde se obtuvieron magníficos resultados; Cómo educa Gertrudis a sus hijos y el Libro de las madres fueron traducidos al español, y el método no tardó en hacerse famoso. Con la creación, en Madrid, del «Real Instituto Pestalozziano Militar», Pestalozzi veía realizarse uno de sus sueños: gracias a su método, una nación reformaba su sistema educativo, se regeneraba, y si no prosperó, fue por la guerra. En Alemania, también se propagaron las concepciones y prácticas de Pestalozzi; bajo esta influencia, Fröebel comenzó su carrera de educador. Lo mismo en Prusia meridional donde se introdujo, paulatinamente, este método en todas las escuelas.
Pero el triunfo se dio cuando Fichte, en sus Discursos a la nación alemana, lo designó como el único pedagogo capaz de instaurar una educación nueva, de crear «un mundo totalmente nuevo», con lo que su fama creció repentinamente. Y Nicolovius, Consejero de Estado, le escribió: «el gobierno y el rey están completamente decididos a la introducción general del método». En Francia, por el contrario, se enfrentó a numerosos obstáculos, el conservadurismo opuso su enorme peso y paradójicamente, fue su eficacia lo que causó la ruina. Así pues, en Alemania, Dinamarca, Suecia, Holanda, Italia, España, Francia, etc., las siembras fueron numerosas y las promesas inmensas.
La educación nueva ya resultaba perturbadora: confiar en el niño, aceptarlo tal cual es, ayudarlo en su descubrimiento del mundo, servirle y no someterlo, quererlo, todo esto hacia que la obra de Pestalozzi rayase en lo escandaloso, perturbase el orden establecido, fuera provocadora, y lo sigue siendo.
Como filántropo interesado en procurar el bien del pueblo, Pestalozzi analiza los fallos de la organización y vida social de éste, denuncia los abusos que existen en ella y propone los medios adecuados para corregir los fallos, en todos los órdenes (laboral, sanitario, cultural, educacional, jurídico).
1) En Neuhof (1770-1798).- A sus 23 años de edad, casado y con un hijo, Pestalozzi organiza una finca de explotación agrícola, que no llega a tener éxito. Entonces funda allí una empresa industrial textil con niños pobres, a los cuales da educación e instrucción. Pocos años después (1780) esta iniciativa también fracasa, y entonces Pestalozzi, para subsistir, se dedica a la actividad de escritor. Esta función literaria de Pestalozzi dura veinte años, y gracias a ella tenemos gran número de las obras que nos ha legado este autor.
2) En Stans (1799).- Tras la Revolución suiza de 1798 (una réplica de la Revolución Francesa ), que supuso un desastre para el cantón cuya capital es Stans, el Gobierno suizo confía a Pestalozzi (que colaboraba políticamente con él) la educación de los huérfanos de guerra y niños pobres de la región. Con esta experiencia, que dura siete meses, Pestalozzi se va adentrando en el mundo de la educación.
3) En Burgdorf (1799-1804).- Pestalozzi comienza a trabajar como maestro en una escuela pública, y en 1800 funda una institución educativa privada (internado) en el castillo de esta ciudad. A los tres años lo obligan a abandonarlo, y entonces traslada su instituto a Münchenbuchsee, y después de un año acepta el ofrecimiento de la ciudad de Yverdon para trasladar allí su instituto. En 1801 Pestalozzi expuso sus ideas en torno a la educación en el libro Cómo Gertudis enseña a sus hijos. Su método partía de lo más sencillo a lo más difícil: observación, concienciación y discurso
4) En Yverdon (1804-1825), la institución docente de Pestalozzi alcanza su plenitud y un renombre internacional. Gracias a la ayuda de buenos colaboradores, él va perfeccionando y difundiendo su método. En los últimos años, surgen dificultades en el seno de esta institución, que ocasionan sinsabores a su fundador. En 1825 se cierra el instituto y él vuelve a Neuhof.

Mecanización de la enseñanza: búsqueda de un método (libro: Cómo Gertrudis enseña a sus hijos)
Poner en práctica el método de enseñar a unos por medio de otros, debido al gran número de niños. o La enseñanza de ambos sexos (coeducación). o Importancia de la educación creativa y productiva. o Enseñanza de moral y religión, que se debe de iniciar en la familia. o Considerar que las relaciones afectivas entre madre e hijo, condicionan a éste paulatinamente, a desarrollar sentimientos de bondad y amor. o Educación Social: la cual debe iniciarse en la familia y continuarse en la escuela. o La práctica de la escuela-trabajo, combinando la enseñanza de la lectura, escritura, cálculo, dibujo, moral y religión con las actividades agrícolas.
Con Pestalozzi la pedagogía comienza a ver al niño de una manera diferente, los sitúa en una verdadera relación con la naturaleza y la cultura. A pesar de que su enseñanza se basa en una educación elemental, no escapan sus influencias a la Educación Preescolar. Tenemos los siguientes aportes:
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