«Que vuestro corazón no se turbe. Creéis en Dios, creed también en mí. Hay muchas moradas en la casa de mi Padre». (San Juan, cap. XIV, v. 1, 2 y 3). Así se expresó Jesús en sus enseñanzas, dando los primeros datos de otros mundos habitados, invitándonos a tranquilizar la mente y exhortándonos a trabajar unidos en la fe y el porvenir, afirmando que un Universo tan maravilloso y grande no pudo Dios construirlo sólo para los habitantes de la Tierra.
El libro Los exiliados de Capela, de Edgar Armond, hace un bosquejo de lo que allí ocurrió con sus habitantes, y la relación que hemos tenido con ellos. La Constelación de Cochero está formada por un grupo de estrellas de varios tamaños, entre las que se incluye Capela, estrella múltiples veces mayor que nuestro Sol, que dista de la Tierra cerca de 45 años-luz.
Conocida desde la más remota antigüedad, Capela es una estrella gaseosa, según afirma el célebre astrónomo y físico inglés Arthur Stanley Eddington (1882- 1944), de materia tan fluídica que su densidad puede ser confundida con la del aire que respiramos. Su color amarillo demuestra ser un Sol en plena juventud y, como un Sol, debe ser habitada por una humanidad bastante evolucionada. (Ver El libro de los Espíritus, pregunta 188).
La humanidad actual fue constituida, en sus comienzos, por dos categorías de hombres: una retarda- da que vino evolucionando lentamente, a través de las formas rudimentarias de vida terrena, por la selección natural de las especies, ascendiendo trabajosamente de la inconsciencia hacia el instinto y de éste hacia la razón, en ésta encontramos a los primates; y otra categoría, compuesta de seres más evolucionados y dominantes, que constituirían las oleadas de exiliados de Capela.
En el año 1937, el médium Francisco Cándido Xavier, a través de la psicografía, recibió la información del espíritu Emmanuel diciendo que «El hombre, para conseguir el conjunto de sus perfecciones biológicas en la Tierra, tuvo el concurso de Espíritus exiliados de un mundo mejor para el orbe terráqueo, Espíritus esos que se dio en llamar como componentes de la raza adámica, que fueron en tiempos remotísimos desterrados a las sombras y a las regiones salvajes de la Tierra, porque la evolución espiritual del mundo en que vivían no los toleraba ya en virtud de sus reincidencias en el mal.»
Los Capelinos transferidos a la Tierra, en época imposible de ser determinada, fueron poseedores de conocimientos amplios y de entendimiento dilatado con relación a los habitantes de la Tierra, siendo el elemento nuevo el que arrastró a la humanidad animalizada de aquellos tiempos hacia nuevos campos de actividad constructiva y de vida social, dando las primeras nociones de espiritualidad y conocimiento de una divinidad creadora. Reunidos en el plano etéreo de aquel orbe, conducidos por amorosos trabajadores espirituales, fue- ron atendidos en una colonia espiritual encima de la costra terrestre donde, durante algún tiempo, permanecieron en trabajos de preparación y de adaptación periespiritual para la futura vida que se iniciaría en el nuevo ambiente planetario, donde las palabras amorosas del Divino Maestro les llenaría de estímulos, esperanzas y promesas, que les servirían de consuelo y amparo en las tinieblas de sufrimientos físicos y morales que les estaban reservados durante muchos siglos.
Ellos, aguardando el momento propicio, empezaron entonces a encarnar preferentemente en los altiplanos de Pamir, presentando condiciones biológicas y etnográficas más perfeccionadas: piel más clara, cabellos más lisos, rostros de trazos más regulares, porte físico más suelto y elegante, formando en esas regiones los primeros núcleos raciales de la nueva civilización, con la perspectiva de que desde allí se fueran extendiendo, en sucesivos cruces, por todo el globo, ocupando cuatro pueblos principales: los arios en Europa; los hindúes en Asia; los egipcios en África y los israelitas en Palestina. Como portadores de grandes conocimientos, podemos decir que los egipcios, de todas las ramas de la ciencia que desarrollaron, fueron los más avanzados en matemáticas, poseedores de la más dinámica sabiduría, pueblo que como dice Emmanuel: «Tras dejar el testimonio de su existencia grabado en los monumentos imperecederos de las pirámides, regresaron al paraíso de Capela».
Debemos aclarar que esa permuta de poblaciones entre orbes afines de un mismo sistema sideral, e incluso de sistemas diferentes, ocurre periódicamente, sucediendo siempre a expurgaciones de carácter selectivo. Constituyen un fenómeno que se encuadra en las leyes generales de justicia y sabiduría Divina, porque permite oportunos reajustes, contactos de equilibrio, armonía y continuidad de avances evolutivos para las comunidades de espíritus habitantes de los diferentes mundos, donde la misericordia Divina se manifiesta posibilitando la reciprocidad del auxilio, el intercambio de ayuda y consuelo basado en la fraternidad para todos los seres de la creación.
Ubicados en la mítica fecha del 2012, relacionada con el calendario maya, que tanto atormenta e inquieta a la humanidad, corresponde a los espíritas esclarecer que un nuevo diluvio universal no acontecerá, eso pertenece a una etapa del pasado cuando necesitó el planeta el reajuste para el orden de la vida en sus diferentes manifestaciones. La transformación inevitable y que ya estamos viviendo es de orden moral porque la Tierra, que ya entró en una nueva fase evolutiva, está llamada a que reine entre sus habitantes el amor y la fraternidad, sustituyendo al egoísmo y al orgullo, que son la plaga que venimos arrastrando hasta hoy, ¡Que nadie se inquiete por eso! porque la humanidad ha sido advertida hace más de un siglo, con la aparición de El libro de los Espíritus, de Allan Kardec, el 18 de abril del año 1857. Aquellos que han tenido ojos para ver y oído para escuchar entenderán, al leer la pregunta 1019, que el espíritu de San Luis hacía referencia a los nuevos expurgos de la Tierra diciendo: «los Espíritus de los malvados, que la muerte cosecha a diario, y todos aquellos que intentan detener la marcha de los acontecimientos serán excluidos de este mundo, pues se encontrarían desubicados entre los hombres de bien, cuya ventura turbarían. Irán a mundos nuevos y menos evolucionados, a desempeñar misiones penosas en las que podrán trabajar por su propio adelanto, al paso que lo harán por el progreso de sus hermanos todavía más atrasados que ellos».
Finalmente podemos ver, con claridad y lógica, lo sucedido en Capela. Exhortamos a todos a trabajar juntos y luchar por un mundo mejor, unamos nuestros mejores sentimientos de Amor y de Paz, ajustándonos a las leyes del universo, es éste nuestro momento y el deber de todo cristiano. No esperemos que «Las transiciones esenciales de la existencia en la Tierra, encuentren a la mayoría de los hombres absolutamente distraídos de las realidades eternas». (Francisco Cándido Xavier - André Luiz (Espíritu), Los Mensajeros, Cap.V)