Según Allan Kardec fue en Cádiz, en el año 1853, donde encontramos el primer grupo espírita organizado en Europa, sirviendo de prueba el primer libro impreso de comunicacio- nes en el año 1854. Estrictamente hablando, no podemos dar el calificativo de espírita hasta la creación de ese término al- gunos años después. Pero es una muestra de la manifestación universal de los espíritus y que en el caso de España preparaba el terreno de una gran divulgación espírita.
La quema de libros tiene sus inicios casi desde el mismo momento en el que comienzan éstos a escribirse y difundirse, aunque especialmente, desde el instante en el que la población que está fuera de las esferas privilegiadas y poderosas accede a la lectura. Esta puerta de acceso tiene mucho que ver con la extensión de la lengua vulgar y con la consolidación de la lectura silenciosa, que surge de forma natural, como si siempre hubiese estado ahí, esperando a ser descubierta y convirtiéndose para muchos en una verdadera necesidad.
Poco imaginaba el joven alicantino y grumete de 15 años, con el recién adquirido título de piloto en el bolsillo, intentando arrebatar su vida a las olas embravecidas de aquella Nochebuena de 1836, los derroteros que iba a tomar su vida. Era su segundo viaje a bordo del San José, una goleta en la cual se había enrolado un año antes como ayudante de piloto.
El 11 de diciembre de 1888 partía hacia la “Patria Espiritual”, después de una larga enfermedad, José María Fernández Colavida. Meses antes, en septiembre, se había celebrado el Primer Congreso Internacional Espiritista en Barcelona, convocado por el Centro Barcelonés de Estudios Psicológicos. Allí, después de ser aclamado por la gran multitud de los asistentes, fue designado Fernández Colavida su Presidente Honorario, proclamándose la existencia y virtualidad del Espiritismo como la Ciencia integral y progresiva.
Hablar de D. Antonio Torres-Solanot y Casas es hablar de uno de los hombres más importantes e influyentes en la historia del Espiritismo en nuestro país. Fue descendiente de una rica familia noble, de tradición liberal y republicana del Alto Aragón durante todo el siglo XIX, y que se destacó por la lucha por las libertades en un país muy castigado por los privilegios del Estado y sobre todo de la Iglesia.