Un buen día, en la clase de ciencias naturales, uno de los alumnos comentó que tenía ciertas dudas acerca de la existencia de Dios, de la creación de los animales, de las plantas, del Universo y de nosotros mismos. En su casa, sus papás, negaban sistemáticamente que Dios existiera. Pensaban que era una invención del Hombre y él estaba muy confundido y triste, porque su corazoncito le decía que detrás de todas aquellas maravillas que el observara en la naturaleza debía de haber alguna más, una inteligencia superior capaz de crear todas aquellas cosas.
Lo cierto es que, aquel comentario, supuso una verdadera revolución en la clase, porque los compañeritos no sabían cómo podían enfrentar aquellas dudas que también a veces les surgían.