Grandes fueron las esperanzas que pusieron los espiritistas de los años 80 del siglo XX en la institución que ahora tengo el honor de presidir.

En España la Guerra Civil de 1936 y en Europa las dos Guerras Mundiales consiguieron insuflar odio y miedo a los corazones de aquellos que se encontraban encarnados, mientras las guerras se llevaban por delante millones de vidas humanas.

No es de extrañar que en la postguerra española el espiritismo se desvaneciera, puesto que como otros movimientos no oficiales, fue perseguido y se ejecutaron a numerosos seguidores y simpatizantes.

Los que quedaron, sobrevivieron ocultos gracias al ingenio y al auxilio de los buenos espíritus encargados de mantener la llama de la esperanza y la fe en los corazones de los afligidos.

“Por ello, cuando en 1981 se celebró en Madrid el primer congreso espírita español después de la Dictadura Militar, se le puso por lema Congreso de la Unificación”.

Hacía falta ganar el tiempo perdido y sobre todo conseguir recuperar la fraternidad propia de un movimiento universal, basado en el amor y en las enseñanzas cristianas.

Visto desde fuera y con la perspectiva de 40 anos despues, parece que algo ha fallado en la tan necesaria unificación.

Algunos miembros activos desertaron de la federación por discrepancias, algunos grupos jamás quisieron estar con nosotros; pero muchos corazones espiritas nos dan su apoyo para que logremos nuestro objetivo de “ser espiritas”.

Por ello, en este primer editorial de esta nueva etapa de la Revista de la Federación Espirita Española, no podemos ni debemos tener otro objetivo que lograr que el espiritismo impregne y vivifique nuestras almas sedientas de realizaciones y de amor.

En un momento tan relevante para la humanidad en general como es la situación de pandemia mundial por el Covid19, nos corresponde recordar a todos aquellos que con ilusión y esperanza solicitan que nuestra amada doctrina sea llevada a los corazones aflictos, que todos debemos ser las manos del Maestro en la Tierra, que espera mucho de nosotros, porque mucho nos ha dado.

Desde la gratitud por la posición de servicio en la que estoy colocado, que Dios nos proteja y auxilie a todos en nuestros compromisos para con la espiritualidad superior y para con nuestros semejantes.

Con todo el afecto,

David Estany

Presidente de la Federación Espirita Española

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