Su labor es altruista y totalmente desinteresada, un espírita, sea médium o no, no debe de cobrar, ni tan siquiera la lucrativa voluntad que ha enriquecido a tantos jugando con la generosidad de las personas. En el Espiritismo se sigue la máxima de Jesús de Nazareth: «Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente» (Mateo 10:8).